"Es el 14 de mayo de 1699. Por la empinada cuesta camino de la Iglesia de Santa María –donde hoy se alza el Santuario de la Encarnación- sube una espléndida comitiva en torno a una silla porteada por seis lacayos uniformados de añil y amarillo. En su interior va una novia, una joven de unos diecisiete años. Viste saya entera, verdugado interior, el cartón del pecho, un gran cuello de lienzo plegado y alechugado o gorguera. Un velo, asegurado por su toca, cubre su rostro, pero permite adivinar que se trata de una mujer agraciada, de tez pálida, cara redonda y ojos grandes. Lleva saboyana sobre la basquiña, un pequeño guardainfante, calzas y medias. En la silla le acompaña su prima Doña Luisa de La Rocha y Mota. Detrás, a pié, cuatro o cinco caballeros y diversos hidalgos. Después, otra litera con dos damas ya entradas en años y, sobre sus mulas, otras tres, con gualdrapas de gran lujo. Entre los caballeros, destaca uno que ya peina canas, con barba recortada y blanca. Viste ropilla, un jubón lujoso, gabón, greguescos sujetos con senojiles, pretina, guantes, capote y cuello de lechugilla. Destacan sus borceguíes. Sobre su pecho, la cruz de la Orden de Santiago. Se cubre con un amplio sombrero. Es Don Gómez de Fuentes y Salcedo, Marqués de Fuentes. Acompaña a la novia por encargo de su padre, Don José Antonio de la Rocha y Carranza, Gobernador y Capitán General de Tierra Firme, Presidente que fue de la Audiencia de Panamá, Ministro de la Inquisición en Lima, Caballero de Calatrava y Coronel Propietario del Regimiento de Fusileros Reales. Lleva cuidándose de ella desde que, en 1692, viniera desde Quito –donde nació- a la Corte. Va a entregarla a quien va a ser su marido. Al cortejo acompaña un gran gentío que los alguaciles a duras penas pueden contener. Hace años que no hay un espectáculo así en Tobarra.
Por fin, la comitiva alcanza la plazoleta que está a la entrada de la Iglesia. Allí, la espera también un gentío. En la pequeña escalinata del templo, un joven, delgado, con amplio sombrero y vestido de jubón negro, con la cruz de Calatrava, pretina de plata, amplia lechugilla, guantes y valones, acompañado por una distinguida dama, su madre, por su padre y sus hermanos, por el Alcalde Mayor, por el Teniente Corregidor, Don Fernando Mosén Berulez, y otros hijosdalgos, se descubre e inclina cuando se abre la puerta de la silla y desciende la novia. Van a contraer matrimonio. El es Pablo José Carcelén de Guevara y La Rocha, hijo de Don José Carcelén de Guevara y Castro, Caballero de Calatrava, y de Doña María de La Rocha. Ella, la novia, es María Josefa Lago Bahamonde y Rocha, hija del citado Don José Antonio de La Rocha y Carranza. Son primos terceros. Tienen como común abuelo a Don Antonio Andrés Jirandía de La Rocha, que fue Maestre de Campo y Caballero de Santiago, Señor del Castillo de La Rocha, que estuvo en Lepanto y a quien, en premio a sus servicios “executados en diferentes partes de Italia, Flandes y Armada Real”, en 1574, Felipe II le otorgó el título de Marqués de Villarrocha. La boda la va a celebrar Don Francisco Tauler Cano, que ya fue cura de Tobarra antes de 1694, y que ha vuelto hace pocos meses –cesando en la Iglesia Colegial de San Patricio de Lorca- con gran alegría del pueblo, tras obtener de nuevo el curato frente a cincuenta opositores.
Han pasado unos meses. Enero de 1700. Los novios, ya casados, están en Sevilla. Vienen de Madrid. Son tiempos de zozobra. Esperan embarcarse en unos días en un galeón para Panamá; en el Santa María. Allí, harán un largo e incómodo camino hasta el mar del Oeste, el Pacífico, para embarcarse después en el galeón del Sur que los llevará primero a Lima y luego a Quito. A Don Pablo José Carcelén de Guevara y La Rocha, tobarreño, que estudió Leyes en Alcalá de Henares, lo han nombrado oidor de la Real Audiencia de Quito. Allí se establecerán en la Casa de Villa Rocha, construida por el padre de Doña María Josefa, y la engrandecerán. Allí, Doña Josefa, pasará a ser la III Marquesa de Villarrocha, al morir su padre en 1704. Allí recordará a buen seguro su boda en Tobarra. Allí tendrán a su único hijo, oriundo del pueblo, Pablo Carcelén de Guevara y Lago, que nacerá en 1707, que contraerá matrimonio con una distinguida quiteña, Doña María Petrona Pérez de Ubillús y que también será, como su padre, oidor de la Real Audiencia de Quito y, luego, Tesorero de la Santa Cruzada de la misma Audiencia. Allí nacerán sus nietos, José, Micaela, Antonia, Josefa y Mariano. Y allí, sus descendientes, serán unos de los más relevantes y preclaros primero de la Audiencia de Quito; luego de la Gran Colombia –su biznieto Antonio será Ministro Residente de Ecuador en Washington y luego Canciller de Ecuador- y, después, ya en 1871 al morir Doña Mariana Carcelén de Guevara y Larrea, de Chile, donde su hijo, Felipe Barriga y Carcelén de Guevara, seguirá el linaje."
José Leandro Martínez-Cardós
4 comentarios:
buff, interesante crónica, debe ser dificil meterse en la historia de españa de esa manera, y a la par gratificante encontrar tantos datos de nuestro pueblo. Genial.
Felicitaciones!! Muy interesante el artículo, como descendiente del marqués del III marqués de Villarrocha por línea de Carcelén, he reunido toda la información posible que espero publicar próximamente en un libro sobre genealogía que está casi terminado.
Me podrías recomendar alguna referencia bibliográfica sobre el tema, sobre todo lo que se refiere a los antepasados de José Carcelén de Guevara, alcalde de hijosdalgo de la villa de Tobarra.
Muchas gracias por este aporte tan interesante.
Muy buen artículo. Sin embargo, es precisa una observación. En atención a los datos de filiación que conocemos,la novia, Dª.Josefa de Lago Baamonde y Rocha, no era hija de D. José Antonio de la Rocha y Carranza, sino de D. Juan Agustín de Lago Baamonde y de su esposa, Dª Catalina de la Rocha y Carranza, hermana del citado D. José Antonio, que tal vez actuó en la ceremonia en representación del padre de la novia.
El apellido de Lago Baamonde se extingue en América en D. Pablo Carcelén de Guevara y Lago Baamonde, hijo de Doña Josefa de Lago Baamonde.
En España se conservó hasta el siglo XX en la descendencia de D. Felipe de Lago Baamonde, hijo de D. Juan de Lago Baamonde y nieto de otro Juan de Lago Baamonde y María Basanta.
El apellido se mantiene intacto como -de Lago Baamonde o González de Lago Baamonde- hasta bien entrado el siglo XIX en el que comenzará a usarse como "de Lago", simplemente. Las últimas en ostentarlo en primer lugar fueron Dª Pascuala de Lago y Montenegro, Pérez Villarmea y de la Portilla, mi tercera abuela por línea paterna, y su prima hermana, Dª Josefa de Lago y de la Rocha, Pérez Villarmea y Pimentel.
Espero que los datos sean de utilidad al autor. Sería un verdadero placer poder contactar con la descendencia de la rama americana de la familia, entre los que, según me informan, se cuentan los marqueses de Villarrocha.
Agradezco a Don Julio García-Gabilán la puntualización sobre la filiación de la novia. En todo caso, sólo puedo señalar que la consignada es la que figuraba en el acta parroquial, según las anotaciones de que dispongo. J.L. Martínez-Cardós
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