La columna escueta y muda,
mármol frío
con temblor de escalofríos
bajo la noche desnuda.
Un llorar de las estrellas
ante las espalda sangrante,
un mirar agonizante y,
del látigo, las huellas.
Limpia y sola, tan escueta
como una palmera rota
en la llanura desierta...
Quieta y muda
ante las manos atadas
y la espalda lacerada
del Cristo de la Columna.
Alejandro Martínez Ramón,
Pregón de Semana Santa de 1990
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