jueves, 10 de marzo de 2016

DE TAMBORES Y NEURONAS - PEDRO PIQUERAS

"Tobarra es el tambor y su Semana Santa es tamborada, ruido, ritmo y sentimientos. En otros lugares las manifestaciones en este período son bien diferentes. Es llamativo que una fiesta como ésta de la muerte y resurrección de Jesús tenga un sinnúmero tal de formas de celebración.

Pero hay un elemento, aparte del litúrgico, que se repite en casi todas ellas: el sonoro.

Las bandas de cornetas y tambores se reparten por toda España tratando de atronar a espectadores y penitentes. El sonido de Andalucía es el del griterío de las gentes y su correr callejero en busca de los tronos; y también es sonido allí el propio silencio que espera el quejido de la Saeta... Muy lejos, casi en las antípodas, en Filipinas, escuchan el espeluznante gemido y el llanto de quienes se hacen crucificar, como El Nazareno.

Tal es la relación del sonido, del ruido, con las sensaciones de Semana Santa, que en la Sierra - muy cerca de Yeste - hubo quienes se encerraban en la Iglesia y apagaban cirios. Mientras, gritaban y golpeaban con fuerza los reclinatorios para imaginar - el día de Viernes Santo - el momento de la muerte de Jesús y las tinieblas. En Tobarra, como en Hellín o en Híjar y Calanda no se llega a tanto. El tronar de los tambores, el ritmo de los redobles tiene fines menos tenebrosos. Tiene efectos incluso benéficos para el tamborilero que es quien verdaderamente disfruta; el penitente atormentado, el sufriente, suele ser el que llega sin tambor obligado a ser espectador del evento.

Hay psicólogos y psiquiatras que vienen a recomendar a sus pacientes el desahogo a base de gritos, haciendo sonar los artilugios más diversos o bien golpeando almohadones como si enemigos fueran.

La finalidad es liberar los monstruos que les atenazan. Si los efectos son tan benéficos como esos discípulos de Freud aseguran, merece la pena recomendar a tantos inestables como circulan por el mundo que, simplemente cojan un tambor - tobarreño por supuesto - y le dediquen algún tiempo. Si es posible que lo hagan en casa, que tampoco se trata de llenar este pueblo de atormentados en los siete días de la Semana Santa. Si la cosa funciona, los tobarreños - sean nacidos o de adopción - podrán presumir de dar poco trabajo a los encargados de curar las mentes aunque sean responsables de masificar las consultas de los otorrinos."

Pedro Piqueras
Revista de Semana Santa de 1996

1 comentario:

Eduardo (BlackWidow) dijo...

Después de varios años, vuelvo a TOBARRA a disfrutar del sonido de sus tambores.